Recientemente ante la pandemia global por el
COVID-19 y sus efectos, sentidos en territorio dominicano, el gobierno a través del Ministro de la Presidencia, Gustavo Montalvo ha expresado la necesidad de incorporar
personal de salud de manera voluntaria para ayudar a paliar la actual crisis.
Desde
mi punto de vista, esta es una medida muy acertada ante la actual coyuntura que nos depara el problema sanitario. Pero aunque la misma refleja la voluntad
del gobierno de mitigar la crisis, también puede llegar a evidenciar las carencias en materia de salud,
que quizás producto de una falta de planificación de los sectores involucrados
y un gasto de inversión en salud insuficiente a través de los años han venido convergiendo
hasta hacerse ostensible, así como también una desconexión total o
intencionada de los gobiernos en las últimas décadas con la realidad laboral en
el ámbito médico imperante en nuestro país.
Irónicamente
producto de la improvisación y falta de planificación de las instituciones competentes y de los
“brillantes” ideólogos del sistema de salud,
el Estado cuenta con un ingente material
de recursos humanos sanitarios
disponible. Hablamos de los
“NI-NI de bata Blanca” (médicos que ni estudian ni trabajan), más de 4,000
médicos los cuales están desempleados y viendo sus habilidades laborales
menguar innecesariamente, de manera contraria a lo que se esperaría en la era de
las aceleraciones. Por mucho tiempo estos jóvenes han estado a la espera de una
respuesta a su realidad de parte del Estado y
sus instituciones competentes.
No tengo dudas de que el sentir altruista y
el ánimo de ayudar a los demás que los llevó
a convertirse en médicos, les impulse a ofrecerse como voluntarios en beneficio
de una causa tan noble, pero tampoco se puede obviar el hecho de que la República Dominicana está pasando por
una crisis sanitaria en el momento actual (la cual Dios mediante pasara), en cambio la mayoría
de esos profesionales viven en una crisis económica permanentemente sin
atisbar un foco de mejoría. No obstante, a la hora de pensar en la secuela
económica del COVID-19, hay que considerar que muchos
de esos individuos, no tendrían con que cubrir
sus necesidades básicas, porque durante todo el año, no albergaron
ingresos producto de su paupérrima situación de desempleo. Estos jóvenes más
bien si generaron infinidad de deudas, muchas de las cuales fueron
condicionadas por el poco tacto social de las mismas instituciones a las cuales
están supeditados y que se supone deben de velar por el bienestar de los mismos, tomemos como ejemplo los 60 dólares, cobrados injustamente en plena situación
laboral desfavorable utilizados para el azar del examen de residencias médicas.
En esta situación el gobierno tiene la obligación de
salvaguardar la integridad física de cada uno de esos voluntarios ofreciéndoles
los equipos de protección individual del
más alto nivel y los insumos necesarios para hacer frente a dicha crisis, ya
que después de atropellarlos durante todo este tiempo y hacer caso omiso a sus
necesidades tiene un valor agregado y verdaderamente altruista la decisión
voluntaria de ayudar ante la situación
sanitaria más grave que hemos enfrentado como nación.
El autor es Medico Inspector del Estado Español.
Esta crisis ha demostrado los trágicos efectos de la indiferencia "crónica" de las autoridades ante el sector sanitario de la mayoría de naciones. Ojalá nos sirva de lección, advertencia o recordatorio sobre las verdaderas prioridades, si no, significaría estar en riesgo permanente de colapsar una y otra vez, y peor porque serían guerras avisadas que sí matan soldados...
ResponderEliminarLástima que a diferencia de las películas de héroes, siempre con los mejores trajes y habilidades, en la vida real se nos llame héroes sin proporcionarnos las herramientas apropiadas. Sin embargo, tenemos el ejemplo del Salvador, que con toda humildad y amor ha vencido al mundo, así que en Él todo lo podemos.
Dios en su infinita gracia y justicia nos guarde, a los voluntarios o no, NiNi o no, con o sin equipos de protección adecuados (y ya sabemos como será en la inmensa mayoría de casos), a las familias y en general, a nuestro país, incluyendo a todos aquellas "víctimas del sistema" que con su mala gestión y corrupción han perpetuado el desorden. Pero a ellos hay que agradecerles también, porque no me cabe duda son instrumentos que nos impulsan a reconocer que de esto sólo nos salva Dios, nuestra única esperanza, siempre fiel...
En espera de más artículos nuevos,hacen falta!!
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