El siguiente artículo es una colaboración de Óscar Caraballo, Médico radicado en España egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. El mismo consta de dos partes en las cuales Oscar, abordará el tema de las dificultades que encuentran muchos recién egresados de la carrera de medicina en nuestro país.
En
el último examen de oposición para acceso a las residencias médicas celebrado
en la República Dominicana, varios de mis amigos ligados al mundo de la
comunicación y sinceramente preocupados por algunas corrientes de opinión de
diversos sectores que quizás sin análisis objetivos y dejándose influenciar por
el morbo que suscitaba la noticia de los resultados atinentes al proceso
convocado, me pidieron que le compartiera mi punto de vista al respecto. En
ese momento esgrimí una serie de ideas que hasta hoy sostengo de lo que para mí
resulta una cuestión de proporcionalidad, clases sociales, irresponsabilidad
administrativa docente y azar entre universidades que me gustaría compartir.
El
perfil de un estudiante de universidad pública en un país del tercer mundo, es
el de un estudiante que busca la movilidad social a través de la promesa
académica de su alma mater. Naturalmente un médico recién graduado de escasos
recursos de por sí ya está limitado por situaciones de pobreza inherentes a su
condición. La misma pobreza supone una desprotección desfavorable que mengua
una correcta preparación para un examen riguroso.
En
nuestro país los hospitales públicos ven en la única universidad pública una
especie de escisión del sistema público de salud, lo que crea un sentido de
pertenencia del estudiante de ultimo año de dicha universidad, suscitándose la
figura del recurso humano laboral no pagable o lo que yo denomino los Oompa Loompa de bata
blanca que les ayuda a mitigar el déficit administrativo.
Esto provoca que el estudiante de último año (Médico Interno), sea
sometido a muchas actividades que nada tienen que ver con su preparación
académica intelectual, y que suponen una carga física, económica y una pérdida
de tiempo ingente para él. Esta situación ocurre a sabiendas de muchos de
los encargados docentes en dichos hospitales, algunos de ellos tienen
intenciones nobles para que los estudiantes adquieran habilidades prácticas,
pero el examen al que se enfrentaran en el futuro es puramente teórico y probablemente
de nada te sirva sangrar a un paciente, poner un pañal, recolectar orina o
hacer custodia preferencial de un paciente a la hora de realizar el mismo.
En
todo ello se evidencia una desconexión ostensible de la alta casa de estudios
con sus estudiantes de último año, que no suele darse en las universidades
privadas donde el perfil del estudiante por lo general es el de uno más
empoderado a la hora de reclamar sus derechos, el mismo es consciente de la
contribución económica que realiza a su universidad, es escuchado y que las
autoridades a la que está supeditado, le respaldan y no permiten que se les
atropelle tan fácilmente, lo cual suscita una diferencia abismal en aquella
carga física, económica , pérdida de tiempo
y actividades onerosas en comparación con el estudiante de universidad
pública.
Todo esto podrá parecer algo simple, pero si se analiza a fondo se puede
llegar a la conclusión de que, con menos horas de preparación, mayor desgaste
físico, mayor pérdida de recursos económicos y menor calidad en el proceso de
enseñanza aprendizaje hay una clara violación del artículo 39 de la
constitución dominicana en materia de igualdad cuando se somete a todos a un
mismo examen en condiciones tan desiguales. Pero para mí el problema más acuciante no es esto, es la secuela de
cosas que ocurren después del último año de formación.
Comienza con la elección de la pasantía de ley, la cual no se realiza
siguiendo un protocolo sistemático de oferta y demanda entre provincias y de
manera interesante uno de los principales filtros de selección resulta ser la
diferencia de tiempo entre el transporte público y tu coche privado, en otras
palabras, si tienes bajos recursos el número para poder elegir tu plaza
dependerá de la buena voluntad del chófer.
Pero una vez obtenida la misma y
aun con los problemas estructurales atinentes a ella los médicos recién
graduados experimentan con el primer
sueldo lo que en economía conductual se denomina teoría de las perspectivas, con
la figura del yo narrador y el yo experimentador, basados en el experimento del
balde de agua fría del nobel de economía, Daniel Kahneman, entonces los galenos
tienden a olvidar las experiencias abyectas vividas hasta ese momento (yo
experimentador) y el relato que hay en su cabeza es acomodado (por el yo
narrador), el cual los coloca en cierto estado de relajación y suscita a que
olvidemos lo pasado. El salario percibido por alguien al cual le era ajeno percibirlo, hace que la percepciones y juicios sobre su entorno cambien por lo general inhibiendo los sinsabores del día a día, aunque no en todos los casos es así.
En ese mismo orden paralelo a la
remuneración económica de un trabajo realizado, se da uno de los capítulos más
deleznable del Sistema de Salud Dominicano, las pasantías honorificas, donde al
margen del estado tienes una especie de esclavitud moderna, individuos que
desempeñan un trabajo profesional, no devengan un sueldo, no tienen
prestaciones laborales y paradójicamente ni siquiera protección sanitaria digna
aun con el riesgo inherente a su profesión.
El autor es Medico Inspector del Estado Español.
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